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“En el ambiente urbano, las huelgas y los pequeños movimientos revolucionarios son endémicos. La ciudad, y especialmente la metrópolis, se encuentra en un equilibrio inestable”.
(Robert Ezra Park, 1925)

La conflictividad social es inherente a la sociedad urbana en general, una constante histórica que convierte a las ciudades en epicentros de la revuelta y de sus modalidades.

 
Si mediante los viejos marcos teóricos tratábamos de sistematizar las lógicas diferenciadas de los grandes movimientos de masas, de los pequeños grupos centrados en la ejecución de una acción programática o de los individuos que se sublevaban en un silencioso y diario desacatamiento, no era posible enmarcarlos a todos en un mismo desafío sistémico. Movimientos políticos vs. movimientos sociales; pacíficos vs. violentos; organización vs. espontaneidad. Antiguas dicotomías superadas por la fuerza del presente.

Así pues, ¿qué formas toma el “conflicto” en las ciudades contemporáneas?. Las agitaciones características del actual periodo de crisis son una buena muestra de las diferentes modalidades que toman las impugnaciones actuales al orden público, a las normativas que lo sustentan y a las autoridades que lo ejecutan. 

Desde una manifestación contra los recortes a la pintada de un grafito apolítico en la periferia urbana; de las insubordinaciones ante las ejecuciones hipotecarias a la negativa de pagar por viajar en metro; de las simbólicas acciones performativas que tienen lugar en el espacio público, a la defensa a ultranza de las viviendas okupadas o a la resistencia vecinal ante los desahucios o frente a las redadas de identificación de inmigrantes.

Estas jornadas pretenden inventariar y analizar, a través de variadas aproximaciones etnográficas, aquellos fenómenos de desacatamiento cotidiano o extraordinario -muchas veces invisible- dirigido o inspirado por el rechazo a un orden espacial, económico, político o social. 

Ahora bien, para identificarlos como mecanismos destinados a la denuncia de un orden concreto, debemos aproximarnos a ellos mediante una serie de conceptos que sinteticen los procesos de imposición de un orden homogéneo y las prácticas de impugnación al mismo: se trata de nociones como las “deserciones urbanas” de Pere Lópz Sánchez, los “contramovimientos” de Gaspar Maza, Gary W. McDonogh o Joan J. Pujadas, o las “movilidades forzadas” de J.P. De Gaudemar.

Bajo estos conceptos confluyen las luchas por la vivienda, el copyleft, el hurto cotidiano en los centros comerciales, la autonomía alimentaria o la lucha por el espacio público: la generación y conquista de formas de relación y de intercambio paralelas y combativas ante las condiciones de vida en la sociedad urbana. 

De igual forma se contemplan acciones de “resistencia política” coordinadas por vecinos, asambleas o grupos autónomos, así como aquellos fenómenos de deserción que tanto han incomodado a las ciencias sociales por su carencia de discurso: los motines cíclicos en las periferias de las grandes ciudades y los disturbios periódicos vinculados a las celebraciones deportivas. 

Todos estos fenómenos se asocian a los mecanismos de dominación urbana y mercantilización de la ciudad emprendidos por las autoridades y el Capital, y que toman forma como proyectos de tematización y patrimonialización del espacio, turistificando el entorno, y estimulando los procesos de privatización espacial, gentrificación y especulación inmobiliaria, que acaban forzando a grandes contingentes de población a la movilidad involuntaria. 

Acompañados siempre por la llamada “participación ciudadana”, se legitiman actuaciones higienizadoras y prácticas de gobierno que, lejos de alcanzar la participación que abanderan, la estrechan en marcos jurídicos fiscalizadores y punitivos de un carácter cada vez más moralista y represor.

Fecha: 7-10 noviembre 2012.
Lugar: Facultat de Geografia i Història, Universitat de Barcelona.

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