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Artículo publicado en Publicar en Antropología y Ciencias Sociales, a. 9, n° 10, junio de 2012, Colegio de Graduados en Antropología de la República Argentina, ISSN 0327-6627 (impreso), ISSN 2250-7671 (en línea).

RESUMEN

Han pasado veinte años desde la publicación de “Antropología: Perspectivas para después de su muerte” y de las discusiones que se suscitaron en torno suyo. Aunque en aquel entonces hubo quien se aventuró a impugnar ese diagnóstico pesimista, en el tiempo transcurrido la disciplina ahondó en una crisis que hoy se vislumbra constitutiva. A las pérdidas metodológicas que anunciaba en aquel artículo hoy se suman el abandono definitivo de las técnicas comparativas, del análisis del parentesco, de los insightsque alguna vez nos dieran la antropología urbana, la antropología psicológica o (suprema paradoja) el concepto de redes sociales. Ninguna definición posible de sus temáticas e incumbencias pueden establecer alguna continuidad epistémica entre lo que hoy se llama antropología y lo que hace medio siglo se conocía con ese nombre. 

En el artículo que aquí se desarrolla se trata en detalle de éstas y de otras pérdidas y rupturas, así como del consenso que se ha generado entre unos pocos que han hecho suyo mi diagnóstico quizás un poco demasiado tarde. Como respuesta obligada a estas notas sombrías, sin embargo, me tienta sugerir una dialéctica de ruptura e imaginación capaz de inspirar una transdisciplinariedad con un toque antropológico como el que el conjunto de las ciencias está reclamando: menos un paliativo para males sin remedio que el esbozo de una antropología posible.

Fuente: Carlos Reynoso.

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