Hasta hace unas pocas décadas, el turismo se asociaba sobre todo al viaje a lugares especializados en la oferta de ocio hedonista, que se encontraban separados tanto temporal como espacialmente del mundo del trabajo y la cotidianidad (Meethan, 2001). En este contexto, sólo unas pocas ciudades muy emblemáticas participaban en el mercado turístico.
Hoy, sin embargo, los flujos de turistas se desplazan en cualquier fecha del año a destinos insospechados anteriormente, tales como antiguas zonas fabriles, astilleros, minas... y, como no, a ciudades, que se van transformando en ámbitos privilegiados para el consumo cultural. Tras la crisis de los centros industriales, los tradicionales destinos urbanos han encontrado en otras muchas ciudades nuevos competidores en el mercado turístico que ofertan la singularidad para el ocio, la diversión y la visita cultural. El fenómeno, que algunos autores celebran como el paso “de la ciudad activa a la ciudad festiva”, “de la ciudad del trabajo a centro de deseo” (Cazes, 1998), “de la ciudad provinciana a la cosmopolita” (Carrillo, 2006) tiene consecuencias muy importantes en el desarrollo urbanístico de los destinos, en los usos que se hacen del espacio y en la evolución de los contenidos simbólicos del patrimonio cultural. Asimismo, los flujos de turistas se entrecruzan y confunden con la población nativa de las ciudades, configurando un territorio urbano global cada día más indiferenciado y centrado en prácticas de contemplación, diversión y consumo.
En el presente curso proponemos una profundización y un debate abierto sobre las cuestiones relativas a los usos turísticos de las ciudades y a las funciones que desempeña el patrimonio urbano en las nuevas tendencias del turismo. Nuestros objetivos pasan por realizar un análisis de los conflictos, potencialidades y perspectivas actuales, así como desarrollar una visión analítica y crítica en torno a los aspectos enunciados.