"Creo que es el museo más barato del mundo, en cuanto a costes que ha tenido para su puesta en marcha". Con esta frase Leandro Monroy, presidente de la Asociación Cultural Alconétar, define el primer Museo Etnográfico de Garrovillas de Alconétar, un espacio cultural que comenzó a cuajarse justo en el año 2003 y que hoy día es ya una realidad.
Este museo, independientemente de su gran contenido cultural e histórico, camina de la mano de un pueblo entero que durante nueve años no ha escatimado en apoyos, ni en esfuerzos. De hecho, los casi 3.000 habitantes de este pueblo de la provincia de Cáceres se han volcado en la iniciativa y, uno por uno, todos han querido poner su granito de arena donando algún objeto o pieza, lo que ha permitido reunir alrededor de dos mil elementos para mostrar al mundo entero.
La respuesta de los vecinos ha sido tan grande que ha superado incluso la propia capacidad de las instalaciones disponibles para ello en el antiguo Silo del Trigo. "El Silo tiene dos naves, una nave la hemos ocupado en lo que ahora es el museo, pero nuestra idea, y así se lo hemos comunicado al ayuntamiento, es que el museo se amplíe a todo el edificio del Silo porque tenemos fondos suficientes para llenar la segunda nave", manifestó Monroy.
A los ojos del público están expuestos ya algunos de los antiguos oficios artesanales que con el tiempo han acabado arrinconados tras ser víctimas del progreso, pero que durante siglos han sido una parte fundamental en el desarrollo de la vida social de los pueblos extremeños. Así, pueden verse referencias a los talabarteros que antaño fabricaban todo tipo de aperos para el ganado caballar, mular y asnal; o los herreros, uno de los oficios más antiguos que se conocen y que en esta muestra salta a escena con su inseparable fragua, yunque, tenazas, piedra de afilar, la lima o el taladro de mano.
La muestra también ofrece la posibilidad al visitante de conocer de cerca cómo era una vivienda tradicional de labradores o una escuela de la época, así como prácticas tradicionales, como la matanza del cerdo o la pesca que durante siglos ha sido la mano derecha de los garrovillanos por su cercanía con el río Tajo. Todo un mundo rural que se complementa con una gran variedad de utensilios y muebles.
"Nuestra intención con esta exposición es recoger lo que era la vida rural del pueblo a finales de los años 60 y 70, pues a partir de ahí se produce un gran cambio social", señala Monroy.
De momento, el museo estará a cargo de los voluntarios de la asociación que ha promovido este proyecto, aunque la intención final es que el ayuntamiento sea quien lo gestione. No obstante, el trabajo no se ha parado aquí, ya que ahora habrá una segunda fase en la que los voluntarios de la asociación, después de catalogar los objetos, tratan ya de recuperar aquellos utensilios que están en peor estado y que requieren de una mejora dado su gran valor histórico.
Desde que ha abierto sus puertas hace unas semanas, el museo ha recibido ya la visita de unas 2.500 personas, un número que ha satisfecho a sus impulsores --asociación y ayuntamiento--. "De las personas que ya han pasado por aquí he visto que la gente mayor se ha emocionado, al ver objetos que les recuerda vivencias imborrables, y que la gente joven, por su parte, no ha parado de preguntar sobre la utilidad de un utensilio y otro", manifestó Monroy. También señaló que se trabaja ya en dotar al museo de paneles informativos, con el fin de que tenga un carácter claramente didáctico.
"Quizás sea el mayor museo etnográfico, tanto por sus fondos, todos ellos donados por garrovillanos, como por su emplazamiento, en los locales del antiguo Silo, donde se ha hecho una reproducción de la plaza Porticada", comentó la concejala de Turismo, Olga Valle. De momento, quienes ya tienen un pedacito del museo son los vecinos que han colaborado y cuyos nombres figuran en el Libro de Honor que guarda este nuevo espacio cultural.
Más Información: Alkonetara.
0 comentarios:
Publicar un comentario