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Desde cómo eran los enseres y herramientas usados en agricultura hasta el modo de construir un chozo paso por paso; desde la manera de pelar a un burro a la fabricación de un carro; desde hacer un queso sin hierba-cuajo hasta trucos para ahijar a una oveja que rechace a su cría. Todo eso y mucho más cabe en el trabajo 'Agricultura y pastoreo. Etnografía dibujada de la Baja Extremadura' con el que Cayetano Ibarra ha ganado el XXIII premio 'García Matos' de investigación regional, otorgado por la Federación Extremeña de Folclore.

El trabajo tiene dos partes complementarias. En la primera, se reivindica la labor del dibujo etnográfico "cuyos autores eran hasta hace poco ignorados, algo así como lo que ocurría con los guitarristas del flamenco, que nunca se nombraban, solo al cantaor". Ibarra mantiene que muchos etnógrafos y antropólogos "no sabían ni saben dibujar, y se apoyaban en un ilustrador, que luego ni aparecía, aunque su función es primordial, ya que el dibujo tiene la ventaja sobre la fotografía de permitir ver mejor las proporciones y generar esquemas que ayuden a explicar algo que solo con texto sería incomprensible".

La segunda parte es seguramente la más valiosa y también la más trabajada. Se trata de la 'traducción' del cuaderno de campo sobre etnografía rural que Ibarra ha ido alimentando a lo largo de 12 años. Cientos de cuidados dibujos con su explicación correspondiente sobre uso y evolución reviven unas labores agroganaderas en muchos casos en desuso "y que muy pocos o nadie sabrían hacer ahora".

Ilustraciones y textos nos van sumergiendo página a página en un mundo casi perdido "porque se ha marginado algo que constituye nuestra cultura tradicional, el conocimiento acumulado de siglos, la forma en que nuestros antepasados recientes y no tan recientes resolvían problemas cotidianos usando elementos cotidianos", explica Ibarra y añade: "no se trata de una mera 'curiosidad' sino de una forma de vida que es parte de lo que somos nosotros, porque nadie puede entender lo que es si no sabe de dónde viene".

Según el autor de este trabajo, que combina una exhaustiva documentación con la belleza de los dibujos, la labor etnográfica "es absolutamente necesaria, porque esa cultura, o lo que queda de ella, aún es recuperable, porque todavía se conserva en muchos aspectos entre nosotros, y de nosotros depende que se conozca o se pierda".

Para complementar ilustraciones y descripciones, Ibarra se ha apoyado además en testimonios de personas mayores que guardan en su memoria el qué, el para qué y el cómo de las labores y la forma de vida del mundo rural.

Así, el jurado en su decisión valoró no sólo el rigor con el que se van desarrollando cada uno de los aspectos que nos llevan a un pasado muy cercano, sino también el cariño con que los temas son abordados.

Comenta Ibarra que los miembros del jurado (historiadores, antropólogos, catedráticos de Lengua, Latín y Música...) se mostraron especialmente sorprendidos por dos de los apartados del cuaderno de campo: la construcción paso a paso de un chozo y la fabricación de un carro. No es para menos, ya que se trata de 'libros de instrucciones' perfectamente desarrollados e ilustrados en los que cualquiera, incluso quien nunca haya visto un chozo o un carro puede apoyarse y construirlos.

Para eso entre otras cosas servirá este premio, que lleva aparejada la publicación del trabajo, una verdadera guía de usos y costumbres.

Además, Ibarra asegura que su labor no ha terminado ni mucho menos, puesto que aún quedan numerosos aspectos de la vida tradicional de agricultores y ganaderos que incorporar o completar.

A eso se aplicará, y también ha seguir madurando un sueño relacionado con esta tarea de reivindicar-recordar-conservar: "tengo en mente desde hace tiempo la idea de poner en marcha una 'escuela de oficios' donde se enseñe todo esto, que no quede en un mero papel, sino que haya gente que aprenda a fabricar cucharas de cuerno, a pelar burros, esquilar al modo tradicional o construir chozos...".

Fuente: Diario HOY.

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